Fantastic Four First Steps: el renacer de Marvel en cines

Con una belleza estética retrofuturista, nos presenta a la familia de héroes ya consolidada. Destaca por su enfoque emocional, actuaciones sólidas y villanos memorables. Aunque tiene sus bajas (pocas), renueva el espíritu del MCU con una propuesta fresca, madura y visualmente atractiva que evoca a los viejos megaéxitos.
Fantastic Four First Steps revitaliza al UCM con un relato sólido y personajes desarrollados.
Fantastic Four First Steps revitaliza al UCM con un relato sólido y personajes desarrollados.
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Redacción de Superverso.com

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Después de años de intentos fallidos y adaptaciones deslucidas, Fantastic Four: First Steps logra lo que parecía imposible: presentar a la Primera Familia de Marvel con la dignidad, el carisma y el sentido de la maravilla que merecen. Esta no es sólo una película más del MCU; es una declaración de intenciones, un relanzamiento estilístico y conceptual que se aleja de la fórmula gastada del universo compartido y apuesta por una narrativa que mezcla lo retro con lo cósmico, y lo familiar con lo épico.

Bajo la dirección de Matt Shakman (WandaVision), la película propone una Tierra alternativa (la Tierra‑828) como escenario principal. No estamos ante una historia de origen tradicional, sino frente a un equipo ya consolidado, que evita repetir la ya conocida irradiación cósmica para centrarse directamente en el drama humano, las relaciones personales y el conflicto moral. Esta elección narrativa permite un ritmo más fluido y una estructura menos dependiente de los clichés del cine de superhéroes.

El mayor acierto visual de First Steps es su estética: un diseño retrofuturista que toma inspiración de los años 60 y los mezcla con tecnología de ciencia ficción digna de Star Trek o Los Supersónicos. Desde el vestuario hasta los interiores de la Torre Baxter, todo respira una nostalgia refinada. La fotografía y el diseño de producción logran capturar el espíritu original de los cómics de Stan Lee y Jack Kirby sin caer en la parodia o la sobrecarga visual.

En cuanto al reparto, Pedro Pascal como Reed Richards entrega una versión más empática y cálida del clásico “hombre más inteligente del mundo”. Su interpretación evita los excesos fríos de encarnaciones previas y lo humaniza sin debilitarlo. A su lado, Vanessa Kirby brilla como una Sue Storm poderosa, emocionalmente compleja y en estado de gravidez, lo que aporta una tensión dramática única: el equilibrio entre salvar el mundo y formar una familia.

Joseph Quinn (Johnny Storm) y Ebon Moss-Bachrach (Ben Grimm) completan un equipo con química auténtica. Johnny, con su clásica arrogancia juvenil, encuentra equilibrio en la introspección que le da su entorno, mientras que la Mole se muestra con una profundidad emocional sorprendente, acarreando el peso de su transformación con resignación pero sin caer en el melodrama. La dinámica entre ellos se siente genuina, como una familia que ya atravesó las batallas internas y hoy pelea hombro a hombro.

Donde la película realmente pisa fuerte es en su galería de antagonistas. Galactus, con la imponente voz de Ralph Ineson, se aleja del concepto de “nube espacial” que frustró a los fans en 2007 y aparece como una entidad majestuosa y aterradora. Su diseño recuerda al dios cósmico que esperábamos ver desde hace décadas. A su lado, Silver Surfer — encarnada por Julia Garner en una versión femenina y etérea — roba cada escena con su mirada melancólica y su filosofía nihilista, convirtiéndose en la verdadera revelación de la película.

Shakman y su equipo logran momentos de introspección y belleza visual que se sienten frescos en el contexto de un MCU que, en los últimos años, parecía más ocupado en conectar franquicias que en contar buenas historias. Sin embargo, no todo es perfecto: el tercer acto sufre por un cierre algo abrupto, donde la amenaza de Galactus se resuelve de forma más simbólica que épica. Aunque narrativamente tiene sentido, deja gusto a poco en lo que respecta al espectáculo visual.

Otro de los puntos fuertes del film es su tono. A diferencia de otras entregas recientes, First Steps se toma el tiempo para respirar. No hay un chiste cada diez segundos, y cuando el humor aparece, lo hace de forma orgánica. Es una película que no teme ser seria cuando debe serlo, ni tampoco tierna o introspectiva. Esto contribuye a que el espectador se involucre emocionalmente con los personajes más allá de los efectos especiales.  Incluso con escenas tan delicadas y sensibles como las que involucran al bebé Franklin, que encierra la principal incógnita de la cinta, como en la misteriosa escena post-créditos presentando a Doctor Doom.

Estamos ante una propuesta que rompe con la repetición estructural del MCU y abre puertas hacia nuevas formas de contar historias de superhéroes. Con un enfoque más autoral, menos dependiente del fan service y más comprometido con el legado de los personajes, Fantastic Four: First Steps podría convertirse en un nuevo pilar narrativo si Marvel se anima a sostener esta línea.

En definitiva, First Steps es eso mismo: un primer paso sólido, ambicioso y visualmente encantador hacia una nueva manera de entender a los Cuatro Fantásticos en la pantalla grande. Es un film que respeta su legado, reinterpreta su estética y apuesta al corazón de sus personajes. Si este es el futuro del MCU, bienvenido sea.

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